14.7.14 - 21.7.14

Se podría decir que esta ha sido mi primera aventura de viaje en solitario, aunque sería equivocado decirlo de esa manera ya que fui con una amiga. Después de un largo curso académico, los dos decidimos que teníamos que hacer un viaje juntos, para celebrar el final de una etapa de nuestra vida que había sido el instituto, y para celebrar también nuestra mayoría de edad. La mayoría de nuestros amigos organizaron viajes de fiesta por España, pero nosotros decidimos hacer un viaje por Europa. En a lista de destinos surgieron ciudades como Berlín, París, Roma... Pero después de largas conversaciones decidimos que nuestro destino iba a ser Amsterdam, y sin mucho mas que decidir, cogimos nuestros billetes de avión hacia la capital holandesa.

Cosa de un mes antes de nuestra salida, barajamos la posibilidad de poder visitar mas ciudades, dado que teníamos suficiente presupuesto, y buscando en internet encontramos un tren a precio razonable con destino Bruselas, así que ampliamos fronteras. En nuestro nuevo destino también decidimos hacer una escapadita a Brujas.

Llegó pues el día 14 de Julio, y fuimos al aeropuerto de Bilbao.  Nuestro vuelo hacia escala en Munich, pero en general todo nos fue bien, y no hubo retrasos ni incidencias. Al llegar a Amsterdam, nos quedamos impresionados por lo grande que era el aeropuerto, pero también por lo bien que estaba todo indicado. Salimos seguido, y cogimos las maletas. Para comunicarse entre el aeropuerto y el centro de la ciudad, hay que ir en tren. Compramos los tickets en las ventanillas de venta. Hay trenes con frecuencia, por lo que no hay que preocuparse mucho por los tiempos. El tren te lleva hasta la estación Amsterdam Centraal. Esta es la estación mas importante de la ciudad, y está colocada en el centro de la misma. Cabe destacar su preciosa fachada, que se puede observar desde el exterior.


Nos alojamos en una casa de una señora majisima llamada Frida que estaba situada al otro lado del río, para lo que teníamos que coger el transbordador, que es gratis, y salen de la misma estación. Nada mas pisar la calle ya sufrimos los efectos de la vida de Amsterdam, y casi fuimos atropellados por los ciclistas que van a todo gas, y no frenan. Cada vez que tengas que cruzar una calle, hay que mirar atentamente hacia los dos lados. Una vez asentados en nuestro cuarto, dejamos las maletas y nos dirigimos a visitar la ciudad.

Si podéis conseguir un plano antes de viajar sería lo adecuado, ya que los que venden alli son bastante caros, no obstante, muy buenos. La verdad es que Amsterdam nos enamoró. Su arquitectura y estilo son únicos, y los habitantes muy amables. Si tuviese que recomendar alguna cosa imprestindible para visitar, diría que el palacio real colocado en la plaza Dam, es muy bonito, y merece la pena visitar el interior. El famoso barrio rojo también es algo esencial, pero la sensación que me llevé es de que Amsterdam es una ciudad para callejear, y descubrir sus maravillosos recovecos. También visitamos el Rijtmuseum, que es algo que creo que es necesario ver una vez en la vida. Recomiendo llevar compradas las entradas con antelación, ya que nos ahorramos mucho tiempo de espera gracias a ello. Estas se pueden comprar fácilmete en la página web oficial del museo. Paseamos por los canales, donde te puedes encontrar el mercado de flores, los cafés, queserías y preciosas librerías. Recomiendo también dar un paseo a la noche por el barrio rojo y el centro de la ciudad.

Estuvimos dos días en os cuales nos dio tiempo a visitar la ciudad, salir de fiesta y disfrutar del ambiente, relajandonos en las terrazas cuando pudimos, ya que nos llovió bastante.

Pasados estos dos días, cogimos el tren a Bruselas. Era un intercity que unía las dos ciudades con escasas paradas. Los billetes los cogimos en la página web de los trenes belgas. Podéis clikar en el link que está adjunto. La mayor parte del trayecto la pasé dormido, por lo que no me enteré de gran cosa. Cuando llegamos a bruselas, nos bajamos en la estación de tren que se llamaba Bruxelles - central, lo cual fue un error, ya que nuestra estación era Bruxelles - Midi. Al bajarnos en esta parada, nos perdimos un poco, pero a base de preguntar, conseguimos llegar al hotel.

Bruselas es una ciudad grande, pero no con un excesivo atractivo turístico a mi parecer. La verdad es que las cosas mas importantes las vimos en un día. Nos alojábamos al lado de la Grand Place, que es preciosa, pero visitamos el congreso (no por dentro ya que no nos lo recomedáron mucho), el palacio real, que es precioso, y el Parc du Cinquantenaire, donde hay un arco precioso arco que nos recuerda a la puerta de Brandemburgo. También es digno de ver el palacio de justicia, aunque cuando fuimos a verlo estaba en obras, por lo que no pudimos disfrutar plenamente de su fachada. Por la tarde visitamos el Maneken Pis, y el Atónium. Merece la pena internarse en el parque contiguo y visitar la casa china y la torre japonesa.

Cómo consideramos que no había mucho mas por visitar, decidimos ir a la estación de tren y comprar un billete de ida y vuelta en el mismo día a Gante. Creo que fué una de las decisiones mas acertadas que tomamos, dado que existe ofertas para viajes de fin de semana par billetes de ida y vuelta, y solo nos salió a 10 euros los dos trayectos. Al día siguiente nos tocaba la visita a Brujas. Cogimos el tren esta vez ya en Bruxelles - Midi, y comodamente nos presentamos en el pueblo en poco tiempo.

Brujas es admirable, Cuando caminas por las calles da la sensación de que te internas en un cuento de enanos. La oficina de turismo de la villa está muy bien y los chicos ns informaron amablemente de cuales eran las cosas mas importantes para visitar. Hicimos una parada en "Le Chocolatier", la llamada mejor chocolatería del mundo, yprobamos el bonbon que es una bola de merengue cubierta de chocolate. También comimos las famosas patatas fritas que se venden en la plaza del ayuntamiento. Básicamente nos dedicamos a deambular por las calles y patear. A las afueras del pueblo hay un paseo al lado de un canal muy bonito en el que se puede pasear bajo los árboles y observar los molinos tradicionales.

Caminando por las calles llegó la hora de volver, asi que fuimos a la parada de tren yvolvimos a bruselas. AVISO!!!! Si algún dia vais a belgica y visitais la zona de brujas y sobre todo el este, no confieis en que podeis hablar francés, ya que nosotros con toda la confianza nos dirigiamos en francés y no nos entendian nada. Al principio pensé que mi francés era muy malo, pero luego me di cuenta que era que allí hablan el flamenco.

Al día siguiente cogimos el tren a Gante, que era la misma línea que la del tren a Brujas. Ese día nos jarreó, asi que para llegar de la estación de gante al centro de la ciudad cogimos un tranvia. La verdad es que Gante fue de todo menos lo que me esperaba. Por sus calles se respira un ambiente medieval y de cuento de caballeros y dragones. A la misma vez tiene ese toque "amsterdamiano" ya que como brujas y amsterdam tiene canales, donde los hosteleros plantan sus terrazas. Visitamos el castillo de la ciudad, y las grandes iglesias, con sus altas torres a las cuales se puede subir. Ser menor en esta ciudad es genial, ya que las cosas a pagar son muy pocas. Vimos también la adoración al cordero místico, un cuadro muy bonito. La verdad es que como mi amiga habia estudiado historia del arte, me enteré de muchisimas mas cosas que no sabia de ese cuadro.

Ese día también eran las fiestas de Gante asi que las plazas estaban plagadas de carpas donde se vendia cerveza. No nos pudimos ir sin probarla. Yo pedí la cerveza tipica de allí y me sacaron una llamada Augustijn, y luego probé otra llamada Duvel, de la cual todavía conservo la copa. Ese día también llegó la hora de volver, pero resumiendo fue uno de los mejores días del viaje, para mi, Gante lo mejor.

Al día siguiente ya tocaba regresar a Amsterdam a pasar nuestra ultima tarde en la Venecia del norte. Fuimos a Bruxelles - Midi y cojimos el intercity otra vez, aunque esta vez no me quedé dormido.

Nos instalamos en un hotel a cinco minutos de la estación, no muy comodo pero si económico. Anduvimos un rato por las calles, tomamos algo en las Coffie Shop tipicas del barrio rojo, y visitamos el museo de Ana Frank. Cmo teniamos tiempo libre taambién volvimos a visitar a la anfitriona de la primera casa en la que estuvimos, ya que nos trató genial.

Al día siguiente nos despertamos pronto y fuimos al aeropuerto, y así terminó un viaje genial, lleno de experiencias y buenos momentos.
















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